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Las noches de Guillier por Nicolás Vergara

Foto: Agencia Uno

Guillier enfrentará al menos dos opciones o caminos, muy distintos entre sí, pero con una base de análisis común.

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17 Noviembre, 2017

Aunque en política nada se puede descartar y existe la posibilidad de que Alejandro Guillier sea el próximo presidente de Chile, a efectos de esta columna supondremos que ya se ha enfrentado a una anunciada derrota electoral, lo que pudo haber ocurrido en primera o segunda vuelta, y que su desempeño fue menos que satisfactorio, no tanto por el resultado como por la escasa capacidad de atraer votos que mostró durante el proceso electoral .

Guillier enfrentará en la noche del 19 de noviembre o la del 17 de diciembre al menos dos opciones o caminos, muy distintos entre sí, pero con una base de análisis común a ambos: él no fue el responsable de su fracaso, si no que muy por el contrario, fue el único que estuvo dispuesto a arriesgarse por las ideas de izquierda. Lo anterior no es precisamente verdadero (no podemos olvidar la fracasada aventura de Ricardo Lagos y la “disponibilidad” de José Miguel Insulza), pero es algo que ya se empieza a escuchar en su entorno y como justificación parece estar bien construido.

En ese escenario el camino lógico podría ser agradecer a quienes lo apoyaron, apuntar con el dedo a quienes no se jugaron por él, poniendo especial énfasis en aquellos que buscaron destruir su imagen asociándolo al narcotráfico y otras malas prácticas, no dejar de lado a los que se negaron por razones mezquinas a una unidad que habría puesto a salvo el futuro de la izquierda en Chile y luego de aquello volver a su escaño parlamentario y esperar pacientemente y sin estridencias el fin de su periodo y con ello el término de su corta, pero intensa carrera política, en la comodidad y abrigo de su dieta parlamentaria y gracias a la austeridad de vida que ha demostrado poseer, garantizarse un futuro tranquilo y enfrentar a los 68 años (edad que tendrá en cuatro años más) una tranquila jubilación parlamentaria.

Por la personalidad de Guillier no parece una opción despreciable, pero lo que podría condicionar esa posibilidad es que no se ve nada fácil una reinserción laboral en el mundo del periodismo y el retiro no parece ser un camino para alguien que de una u otra forma ha estado en la primera línea de la actualidad en las últimas dos décadas.

Otro camino es apropiarse de la condición de “salvador del proyecto de izquierda chileno” y desde el Parlamento convertirse en la gran pesadilla del gobierno de Piñera, lo que podría consolidar haciéndose “indemnizar por su sacrificio” con la presidencia del Senado, y tal como se mostró en el discurso de presentación de su programa, sacarse la chaqueta, la corbata, arremangarse la camisa y con un tono incendiario, recurriendo a medias verdades o recursos elípticos, se gane el espacio de tribuno que en el primer lustro de su carrera parlamentaria no mostró, solo el tiempo dirá si ese esfuerzo es recompensado con una reelección en el Senado por Antofagasta o por otra candidatura presidencial construida esta vez sí sobre la unidad de la izquierda en la cruzada de la recuperación del poder arrebatado por la derecha .

Para ello, además de la camisa y la corbata, Guillier deberá despojarse de los ropajes masónico-radicales con los que se vistió al inicio de esta campaña, volver a sus orígenes socialistas y apoderarse a capa y espada del liderazgo partidario que, sin duda, quedará vacante.

Fuente: La Tercera

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