La muerte de Napoleón
Parecía la crónica de una muerte anunciada. En su testamento, escrito en abril de 1821, Napoleón declaró: “mi muerte es prematura. Me han asesinado el oligopolio inglés y su asesino a sueldo”. Días después, un 5 de mayo, la profecía se cumplía. El célebre conquistador fallecía a los 51 años en su residencia de Longwood en Santa Elena, una pequeña isla perdida en el Atlántico. Dejaba atrás años de enfermedad y depresión, un imperio que alcanzaba casi todos los rincones del planeta y una estela de misterio respecto a su controvertida existencia.
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