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El mea culpa de Nicolás Eyzaguirre

“Vi que claramente estábamos metidos en una vorágine de reformas que no íbamos a ser capaces ni de diseñar apropiadamente, ni de tramitar políticamente, sin provocar excesivos conflictos”, declaró en entrevista a El Mercurio. Además reconoce que la gestión del gobierno “no ha sido buena” y que el caso Caval “es devastador”.

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6 Septiembre, 2015

Un mea culpa sobre su gestión en el Ministerio de Educación hizo en entrevista con El Mercurio el ahora ministro secretario general de la Presidencia, Nicolás Eyzaguirre, al asegurar que la profundidad y la cantidad de cambios no le permitieron hacer las cosas bien. “El programa educacional padeció de exceso de ambición”, reconoce.

“Estábamos en una vorágine de reformas que no íbamos a ser capaces ni de diseñar apropiadamente ni de tramitar políticamente, sin provocar excesivos conflictos”, agrega Eyzaguirre.

”El Presidente Lagos, cuando fue ministro, se demoró tres años en el Estatuto Docente. En un año dos meses, yo tenía que hacer una nueva carrera docente, reorganizar la educación particular subvencionada, reestructurar la educacuón pública, y hacer el cambio del financiamiento de la educación superior. era imposible hacer las cosas bien a ese ritmo”, señala.

Eyzaguirre admite que el problema no estaba solo en Educación sino en el conjunto del Gobierno: “Vi que claramente estábamos metidos en una vorágine de reformas que no íbamos a ser capaces ni de diseñar apropiadamente, ni de tramitar políticamente, sin provocar excesivos conflictos”, sentencia.

“Desde el año pasado comenzamos con la Presidenta a hablar de las reformas. Había síntomas de que las cosas no estaban bien. Yo tenía una visión crítica, no respecto de los contenidos, sino del ritmo. Cada una es un mundo, en cuanto a que siempre va a tener ganadores y perdedores. Los beneficios tienen que ser más que los costos siempre, pero unos y otros no se distribuyen por igual”, sostiene en El Mercurio.

Para Eyzaguirre “en cada política pública hay tres cosas que considerar: primero, la oportunidad, y que sea una reforma relevante; segundo, que sea técnicamente bien hecha, que minimice los efectos colaterales que van en el sentido contrario a lo que persigues, y eso no es simple, El tercer requisito es la dinámica política que permita que los apoyos sean mayores que los disensos. Muchas tienen sus beneficios a mediano plazo y los costos se pagan de inmediato. Esas pueden autoderrotarse”.

El secretario de Estado, aseguró que “hacer muchas reformas de manera simultánea tiende a tropezar con el segundo y el tercer factor porque no alcanzas a diseñarlas bien mecánicamente, o porque no calculas la cantidad de enemigos que te vas a ganar al mover los flancos”.

Eyzaguirre asegura que en su paso por el Mineduc, la ambición del programa de reformas que se comprometieron no le permitieron hacer las cosas bien, de ahí que sostenga que el “realismo sin renuncia” debió haberse planteado igual, aunque el crecimiento económico estuviese por las nubes o el cobre estuviera en 3 dólares con 50.

“Por familia soy dado a decir cosas altisonantes, un poco pachoteras, y si me hubiera dado cuenta de cómo se esta descomponiendo el ambiente, habría sido más cuidadoso”, añadió sobre su desempeño en Educación.

Gestión gobierno y caso Caval

El ministro Eyzaguirre “la gestión del Gobierno no ha sido buena. Los problemas que tenemos en salud y en seguridad ciudadana son inaceptables. Inaceptables. Hay que mejorarlos sí o sí”, señala.

Sobre el caso Caval, que él considera el más grave de los últimos escándalos. opina que “la Presidenta era líder incombustible. Frente a los políticos, frente a los empresarios que habían cometido abusos, había una persona distinta que era ella. Lo de Caval es devastador, porque a pesar de que ella es completamente proba, aparece su hijo disfrutando de los privilegios que se trataba de desmontar. El país entonces queda sin fe. Eso no puede se más trágico. Yo conozco a la Presidenta de toda una vida, y sé que se podrá decir lo que se quiera de ella, pero nunca ha usado atajos. Ella sigue y va a seguir adelante, porque es una persona genuina, pero no hay muchas figuras capaces de retomar la fe de la ciudadanía”.

El ministro asegura que para recuperar esa confianza “lo primero es darnos cuenta de que estamos todos metidos en un mismo bote: gobierno y oposición, en el sentido de que nuestro problema es común: la gente no nos cree”.

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