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24 Abril

El legado más polémico del fallecido Bernardo Bertolucci

El cineasta italiano saltó a la fama con “El último tango en París”, película que también le valió la polémica más grande de su carrera. La actriz Maria Schneider, en ese entonces de 19 años, participó en una escena de abuso sexual sin que se le informara sobre los crudos detalles de esta.

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26 Noviembre, 2018

El legado de Bernardo Bertolucci es a todas luces un legado de gran valor en el mundo del cine. El realizador que falleció en Roma a los 77 años, catalogado como el último personaje de una generación de grandes cineastas italianos, como Passolini y Visconti, por nombrar a algunos, fue ampliamente aplaudido por películas como “Novecento” o “El último gran emperador”, ganando con esta última nueve premios Óscar en 1987.

Más allá de eso, y de las más de 20 cintas que dirigió, también dejó un legado con polémica, probablemente el más mediatizado de su carrera, y que se conecta con las problemáticas del cine de hoy. La película “El último tango en París” (1972) le significó un boleto para estar entre lo más grande del cine mundial, pero al mismo tiempo se convirtió en un símbolo de la violencia sexual en el séptimo arte.

En esta película, clasificada como de alto contenido sexual en muchos países, Maria Schneider, actriz que tenía 19 años cuando empezaron las grabaciones, interpretó a un personaje que vive una historia carnal con un viudo estadounidense de paso por París, interpretado por Marlon Brando, quien fue nominado al Óscar por el papel.

La escena más recordada de esa producción es una violación en contra de la joven llevada a cabo por el viudo de 48 años. En este acto sexual, el hombre usa una barra de mantequilla como lubricante, situación que, según el mismo Bertolucci reconoció, no fue informada a la actriz.

“Me sentí humillada y francamente tuve un poco la impresión de que me violaban, Marlon y Bertolucci. Al final de la escena, Marlon no vino ni a consolarme ni a disculparse. Afortunadamente, bastó con una toma”, revelaría Schneider, quien falleció en 2011, al diario británico Daily Mail.

Dos años después de la muerte de la actriz, Bertolucci reconoció que se sentía “culpable, pero no arrepentido” por su decisión de grabar la escena. Y confesó que lo hizo porque “no quería que interpretara la rabia, sino que sintiera la rabia y la humillación”.

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