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Libertad, igualdad y fraternidad: Cuatro mujeres que hicieron historia en la Revolución Francesa

mujeres revolución francesa

Antes de la revolución, a los ojos de muchos pensadores de la Ilustración, las diferencias biológicas marcaban a las mujeres como seres inferiores a los hombres en el orden natural.

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14 Julio, 2022

Los diversos grabados e ilustraciones demuestran que  el rol de las mujeres, lejos de significar una actitud pasiva e indiferente, fue clave para la Revolución Francesa.

Antes de la revolución, a los ojos de muchos pensadores de la Ilustración, las diferencias biológicas marcaban a las mujeres como seres inferiores a los hombres en el orden natural.

Algunos pensadores, incluidos  Jean-Jacques Rousseau, pensaban que las mujeres debían tener derecho a una educación, esta debería centrarse en cuidar y educar a los niños ya que las mujeres se diferenciaban de los hombres en sus “derechos naturales”.

Sin embargo, a medida que la revolución se extendió por Francia, trayendo ideales de igualdad y fraternidad, las mujeres encontraron formas de participar en todos los aspectos.

Las mujeres de la Revolución Francesa

Hubo quienes vieron la oportunidad de promover los derechos de las mujeres junto con los de los hombres franceses, como la activista y escritora Olympe de Gouges.

En 1791, de Gouges declaró que “la mujer nace libre y vive en igualdad de derechos con el hombre”.

Había mujeres, como Marie-Jeanne Roland y Germaine de Staël, conocidas como sallonières, que organizaban salones donde se fomentaban las ideas revolucionarias y se negociaba el poder político.

La ira por la creciente escasez de alimentos llevó a miles de personas a enfrentarse al rey en persona.

Las mujeres desempeñaron un papel fundamental en un evento conocido como los Días de Octubre o la Marcha de Octubre, que impulsó la primera etapa de la revolución hacia un nuevo equilibrio de poder.

En la mañana del 5 de octubre de 1789, muchas mujeres parisinas se manifestaban por el precio del pan en París.

La harina escaseaba y había una sensación cada vez mayor de que se les negaba la comida a los pobres a propósito.

También hubo rumores de que la noche anterior el rey Luis XVI había entretenido a los oficiales con un espléndido banquete.

Pronto, a las manifestantes se les unieron otras mujeres de los mercados cercanos o de la creciente turba que rodeaba al Hôtel de Ville (ayuntamiento) y que había saqueado la armería de la ciudad.

Olympe de Gouges

Olympe de Gouges, sin lugar a dudas, fue la evolucionaria más importante y  una de las precursoras del feminismo. Fue una prolífica escritora de obras de teatro, de novelas y de textos de contenido político. Dirigió el periódico L’Impatient. Fundó la Sociedad popular de mujeres. En 1791 redactó uno de los textos más importantes de la Historia, la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, en respuesta a la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Olympe reivindica en la Declaración la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. El primer artículo dice así:

“Artículo I . La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales no pueden estar basadas más que en la utilidad común.”

En la vorágine revolucionaria, Olympe se enfrentó a Robespierre. En este sentido, publicó la carta Pronostic de Monsieur Robespierre pour un animale amphibie, que le llevó a ser acusada de intrigas sediciosas. Fue juzgada, condenada a muerte y guillotinada.

Marie-Jeanne Roland

Fue escritora y anfitriona de un salón burgués clave de París en el que se gestaron por primera vez los ideales revolucionarios.

Obtuvo influencia en el gobierno cuando su esposo, Jean-Marie Roland, se convirtió en Ministro del Interior bajo Luis XVI en 1792.

Ayudó a redactar muchos discursos gubernamentales, incluida una carta de su esposo que criticaba al rey.

Los Roland continuaron ejerciendo su poder e influencia en el centro de la facción girondina.

Marie-Jeanne fue arrestada en mayo de 1793 en lugar de su esposo, quien había huido por temor a su propia detención.

Fue ejecutada por guillotina en noviembre de ese año. Sus últimas palabras fueron “¡Oh, libertad! ¡Qué crímenes se cometen en tu nombre!”

Charlotte Corday

Una aristócrata menor, Corday estuvo involucrada en la revolución desde sus primeros días, asistiendo a reuniones políticas e inspirándose en las ideas de la facción girondina.

Sintió que la facción Montagnard era demasiado radical y quería salvar la revolución eliminando a su líder Jean-Paul Marat.

El asesinato de Marat mientras se bañaba fue un punto de inflexión infame en cómo se veían a las mujeres en la revolución.

Corday fue guillotinada en 1793 y sigue siendo un símbolo de las acciones de las mujeres durante el tumulto que se extendió por Francia.

Madame de Staël

Anne-Louise Germaine Necker, conocida popularmente como Madame de Staël, es otra de las figuras protagónicas de la Revolución que son consideradas precursoras del movimiento feminista. A diferencia de Olympe de Gouges, Staël provenía de una familia más bien acomodada.

Hija del banquero y ministro de Finanzas de Luis XVI, Jacques Necker, la joven recibió una formación inédita para las niñas de la época. Su temprana educación la configuró como una persona con un vasto conocimiento cultural, caracterizada por sus observaciones políticas agudas y su talento para las letras.

A lo largo de su vida, la intelectual de origen ginebrino se dedicó a la escritura, la filosofía y la tertulia. Su pensamiento, vertido en ensayos y novelas era bastante adelantado para su época: no sólo creía firmemente en que hombres y mujeres tenían las mismas capacidades e inteligencia, sino que estaba convencida de que estas últimas estaban dotadas de una sensibilidad superior.

Con su propia experiencia a cuestas, exigió que las mujeres fueran educadas al igual que los hombres, al mismo tiempo que defendía que la relación entre marido y mujer fuese construida siempre en un plano de igualdad.

Fue perseguida y exiliada nada menos que por Napoleón Bonaparte, un fiel convencido de que las mujeres debían limitarse a las labores de crianza. Sin embargo, Madame de Staël se negó a aceptar la censura y persecución y, a modo de respuesta, redactó Diez años de destierro, un texto donde construye un verdadero retrato psicológico del militar francés, al que describe como un líder decadente y desmesurado.

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