El nombre de Héctor Germán Oesterheld está inseparablemente ligado a El Eternauta, la historieta que revolucionó el cómic argentino al situar una épica de ciencia ficción en Buenos Aires y transformar a un hombre común en héroe colectivo.
Sin embargo, la vida del autor fue tan intensa y trágica como sus ficciones, marcada por la militancia política, la represión estatal y la desaparición forzada durante la dictadura militar argentina.
Su familia
Entre 1976 y 1977, las cuatro hijas de Oesterheld fueron secuestradas por las fuerzas represivas, la primera de ellas fue Beatriz Marta Oesterheld; luego Diana Irene; seguida por Marina Oesterheld y por último, Estela Inés, la hija mayor.
Héctor fue secuestrado el 27 de abril de 1977 y llevado a distintos centros clandestinos, entre ellos El Vesubio. Según testimonios, se encontraba en condiciones deplorables. Aun así, en la Nochebuena de ese año, con el cuerpo devastado por la tortura, hizo un último esfuerzo por saludar a sus compañeros de cautiverio. Fue la última vez que se lo vio con vida.
Su esposa, Elsa Sánchez, fue la única de la familia que sobrevivió. Tras perderlo todo, se unió a las Abuelas de Plaza de Mayo, convirtiéndose en un símbolo de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. Sin embargo, falleció en 2015, a los 90 años.
Un repaso por la historieta de Héctor Oesterheld
Nacido en 1919, construyó desde los años 50 una carrera como guionista de historietas, fundó la editorial Frontera y la revista Hora Cero, desde donde lanzó en 1957 El Eternauta, ilustrado por Francisco Solano López.
La historia, ambientada entre la avenida General Paz y la cancha de River, ofrecía una visión local de la resistencia heroica frente a una invasión alienígena, en un relato que trascendía el género y reflejaba preocupaciones sociales. “El único héroe válido es el héroe en grupo”, afirmaría más tarde Oesterheld, anticipando el sentido colectivo que también guiaría su vida política.
Durante los años 60, su obra comenzó a adquirir un tono más comprometido. Admirador del Che Guevara, a cuya biografía dedicó una historieta junto a Alberto y Enrique Breccia, Oesterheld se fue acercando cada vez más al peronismo revolucionario.
En los 70 se unió a Montoneros, al igual que sus hijas, y escribió una segunda parte de El Eternauta que muchos consideran un manifiesto político. Para su compañero de trabajo Solano López, el personaje se había desvirtuado; para Oesterheld, era una continuación inevitable de su lucha.