La ruta migratoria del chincol: Una investigación que podría prevenir la expansión de la malaria aviar

Este estudio dio a conocer las rutas, fechas y factores ambientales que influyen en los desplazamientos del chincol.
Un reciente estudio ha revelado que el chincol (Zonotrichia capensis), también conocido como chingolo común o copetón, es portador de malaria aviar, una enfermedad que podría expandirse en el contexto del cambio climático.
La investigación, publicada en la revista Austral Ecology bajo el título Migration in Rufous-Collared Sparrows from the Southernmost Tip of America, fue liderada por el Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y la Universidad de Magallanes, con participación de 12 científicos y científicas de 11 instituciones nacionales e internacionales.
Este estudio dio a conocer las rutas, fechas y factores ambientales que influyen en los desplazamientos del chincol.
El chincol
Es una de las aves más comunes de Chile y de Sudamérica, mide entre 13 y 15 cm de largo y pesa entre 20 y 25 g.
El profesor titular de la Universidad de Chile e investigador principal del Centro Internacional Cabo de Hornos , Rodrigo Vásquez, señaló que “es un ave que se ve muchos lugares, como en plazas y jardines de Santiago. De hecho, en muchas ciudades corresponde al ave más común, ya que si uno va más al sur o más al norte lo ve todo el año, salvo las poblaciones del extremo sur de Sudamérica”.
Por su parte, Ricardo Rozzi, director de Investigación del CHIC, menciona que “el chincol es un ave que une a las Américas, puesto que Zonotrichia capensis se distribuye desde las islas Diego Ramírez, las islas más australes del continente hasta el sur de México, en Norteamérica”.
A pesar de su extendida presencia, aún se desconocía cómo migra esta ave, especialmente en regiones australes como la Patagonia y Tierra del Fuego, donde desaparece en ciertas épocas del año.
¿Cómo migra esta especie?
Para rastrear su trayecto, los investigadores equiparon a 60 chincoles con geolocalizadores en la isla Navarino. Los resultados mostraron migraciones de entre 450 y 2.500 kilómetros, desde zonas de reproducción entre marzo y mayo, con regreso entre agosto y octubre. Muchos de estos movimientos se dirigieron hacia la estepa patagónica argentina.
Según Carlos Valeris-Chacin, investigador del CHIC, esta variabilidad migratoria estaría influenciada por la baja estacionalidad térmica del extremo sur del continente.
“De los 16 ejemplares recapturados se analizaron once trayectorias completas, revelando que los chincoles parten de sus áreas de reproducción entre marzo y mayo, regresando entre agosto y octubre”, agregó.
En tanto, la investigadora Rocío Jara, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, comparó esta especie con el fiofío, revelando contrastes en estrategias migratorias pese a compartir hábitats reproductivos.
“Comparamos los chincoles con el fiofío, otra especie migratoria de los bosques subantárticos. Ahí descubrimos que mientras los fiofíos viajan hasta Brasil, los chincoles se dispersan en un área amplia de la Patagonia, algunos quedándose cerca de Tierra del Fuego y otros viajando más al norte. Esta diferencia resalta la diversidad de estrategias migratorias en especies que comparten el mismo hábitat reproductivo”, señaló.
Además, recalcó la relevancia de la investigación. “Dentro de Sudamérica nos acercamos a revelar misterios de migraciones que no son conocidas tanto a escala más local como a escala continental. En ese sentido, esta investigación revela trayectorias que permiten conocer la historia evolutiva y la ecología de esta especie”.
Malaria aviar
La información de la migración de esta ave es clave para estudios de epidemiología aviar, ya que el Observatorio Omora de Aves Subantárticas, dio a conocer que el chincol es portador de malaria aviar, una enfermedad que podría afectar gravemente a otras aves locales, muchas de las cuales carecen de defensas inmunológicas frente a estos parásitos.
“En la Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos, los parásitos solo han sido detectados en aves migratorias, pero ya existen vectores potenciales para la transmisión”, alerta Juan Rivero de Aguilar, coautor del estudio. En el contexto de cambio climático, se anticipa una expansión de mosquitos hacia el sur, por lo que el monitoreo constante y estudios epidemiológicos resultan fundamentales para la prevención y conservación de ecosistemas.
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