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22 Abril

Impuestos verdes…De verdes ¿sólo el nombre?

Preocupación existe entre las distintas industrias por los llamados impuestos verdes contenidos en el proyecto de reforma tributaria del gobierno. Los privados dicen que están lejos de incentivar el reciclaje y que se acercan más a un impuesto específico recaudador, que a un tributo que contribuya con el cuidado medioambiental. A ello se suman algunas dudas sobre sus reales efectos y también hay inquietud por la redacción de la iniciativa. P. FIERRO Y P. GALLARDO

Por:

6 Julio, 2012

Ampolletas ecológicas, autos eléctricos, envases retornables…todos, productos que han sido publicitados como amigables con el medioambiente pagarán tributos si se aprueba el capítulo de los impuestos verdes de la reforma tributaria del gobierno. Lo cierto es que para las industrias afectadas no se trata de impuestos verdes, pues en ningún caso se crean incentivos para el reciclaje. Más que un impuesto verde, dicen, es un tributo específico con un fin recaudador, que va a contrarriente a la gestión que desarrollaba en esta área el ministerio del ramo con las distintas empresas y que sigue la pauta mundial. También se advierte que una buena parte del mayor costo final que tendrán los productos lo terminarán pagando los consumidores, quienes no tendrán alicientes para preferirlos. Y como si fuera poco, el proyecto también tiene problemas de redacción, por ejemplo, al aludir a los envases Tetra, es decir, una marca específica. Con estos antecedentes sobre la mesa, la iniciativa espera indicaciones porque hay temas que aún deben madurar, a juicio de los legisladores.

Los efectos prácticos que tendrán los nuevos tributos en bienes y personas

“Finalmente, por el rango en que se está colocando este impuesto no hay ninguna duda que en una proporción mayoritaria lo va a pagar el consumidor”, advierte Jaime Gatica, gerente general de Asociación Nacional de Bebidas Refrescantes (Anber).

Según cifras del gremio, el total del impuesto para la industria será de US$20 millones, de los cuales US$15 millones corresponderán a envases (44 mil toneladas) y US$5 millones a embalajes (15 mil toneladas). Así, se estima que el costo del envase subirá 12% y el precio final a consumidor lo hará en 2,5%.

Una visión similar comparte la industria del plástico, donde estiman que la aplicación de estos impuestos “verdes” implicará un incremento en torno al 3% promedio en el precio de los alimentos que los utilizan (ver tabla). “Los más afectados son aquellos alimentos de alto valor nutritivo y de consumo masivo, como yogurt, pollos, carnes, jugos, cereales, leche, entre otros”, dicen.

Además advierten que el tributo se transforma en un impuesto regresivo, ya que encarece en más alto porcentaje a los productos de consumo con contenidos de menor costo, los que en general van dirigidos a los consumidores de menores ingresos.

Pero el efecto no sólo se limita al consumidor, también alcanza a las industrias que utilizan los productos gravados como insumo.

Para el presidente de Asimet, Ernesto Escobar, la forma en que se abordó la tributación verde está mal abordada, ya que “una vez que uno castiga el precio de estos productos, se pierde interés en buscarle la manera de reciclarlo porque ya pagó por su uso”.

Además, el dirigente cuestiona que los tributos se asocien al peso del producto, sobre todo en aquellas industrias -como las vinculadas al acero- “que se han construido sobre la base del reciclaje”, explica.

“Ahí se genera una serie de distorsiones bastante absurdas porque hay algunos productos que son muy reciclables como el vidrio, pero que es muy pesado, versus otros productos más livianos”, advierte.

Respecto de los traspasos a los productos finales, Escobar señala que va a depender del tipo de negocio y el espacio que tenga para absorber el mayor costo. “Si el mercado es muy competitivo, es difícil que estas alzas se traspasen a precios y sí podría provocar un deterioro en el margen de los industriales y por lo tanto, afecta al emprendedor”, detalla.

Una idea que comparte el gerente de márketing de Citroën, Juan Pablo San Miguel, respecto de los tributos que gravan -por ejemplo- neumáticos y baterías. “Esta es una industria muy competitiva, por lo tanto, tratamos de no traspasar los costos de ciertos insumos al consumidor, porque eso podría afectar la venta al cliente”, puntualiza.

¿Recaudar o proteger el medioambiente?

Desde hace años, varios sectores económicos venían trabajando con el Ministerio de Medio Ambiente bajo la lógica de la Responsabilidad Extendida del Productor, que define a éste último como el responsable de los residuos durante todo el ciclo de vida del producto. Ello, sumado a los impuestos verdes, son los mecanismos que sugieren quienes abogan por la llamada economía verde. Sin embargo, en la reforma, el enlace de ambos elementos no está claro.

Según el abogado del estudio Cabello y Letonja, Juan Pablo Cabello, tal como están definidos los impuestos verdes, “más que medidas específicamente medioambientales, son un mecanismo de recaudación fiscal”, porque pasan directamente al Fisco “y no van asociados directamente al reciclaje de residuos sólidos”.

Una opinión que comparte la abogada del Centro de Derecho Ambiental de la U.de Chile, Pilar Moraga, quien asegura que “no se saca nada aplicando un impuesto por una vez a la primera venta de los productos más contaminantes, si no existe una política de manejo de residuos que contempla la responsabilidad del productor”.

De hecho, asevera el abogado Jorge Rodríguez de Cieplán, “la experiencia internacional va más por el lado de los subsidios que de los impuestos, porque eso aumenta la probabilidad de que efectivamente haya reciclaje, mientras que el impuesto apunta a que haya menos consumo del bien gravado”. Y ejemplifica con la política de EEUU respecto de las latas de bebida, donde el Estado entrega centavos por lata a quien la lleve a reciclar.

Para Jaime Gatica, gerente general de Anber, más que hablar de un impuesto “verde”, se trata de un impuesto específico que grava la producción de envases y embalaje.

A su juicio debiera haber un incentivo directo a las iniciativas de valoración, es decir, que si se coloca un impuesto y una empresa invierte en una planta de reciclaje se debiera devolver dicho tributo. También se debiera incentivar el uso de material reciclado y agrega que no tiene sentido gravar los envase retornables porque dan 8 o más vueltas y nada PET va a los rellenos sanitarios. “Debieran quedar excluidos”.

Gravámenes por tonelada y metro cúbico: Cuando el peso cuesta plata

Según la redacción del texto, la idea es que estos denominados impuestos verdes “fomentarán el reciclaje y el manejo de los residuos de difícil disposición”.

Para dicho efecto, se consideran cinco categorías, entre las que se registra a neumáticos; aceites lubricantes de base mineral o sintética; pilas; baterías y, por último, envases que estén presentes a lo largo de la cadena de fabricación, distribución y consumo, incluyendo a los embalajes.

Dicho tributo deberá ser declarado por los productores o importadores de los elementos mencionados por la primera venta o su importación, gravamen que será definido en una escala según Unidades Tributarias Mensuales (UTM) por tonelaje o metros cúbicos, según corresponda (ver tabla).

Para su determinación, el proyecto define que el importador deberá presentar en el Servicio de Aduanas una declaración jurada señalando “el peso o volumen de él o los productos afectos a este impuesto y en el caso de ventas, dicho peso o volumen deberá señalarse en la factura respectiva, aún cuando tales productos sean parte integrante de otras mercancías correspondientes a una partida arancelaria distinta”.

Esto, por ejemplo, en el caso de la importación de vehículos motorizados, “deberá indicarse tanto el peso de sus neumáticos, como de su batería”, dispone la reforma.

Por el contrario, cuando se trate de la operación inversa, de la exportación de estos productos afectos a impuestos verdes, la venta, expone el texto, “se encontrará exenta de este impuesto”.

Así, el documento en debate propone que “los contribuyentes que exporten tales productos, o bien exporten bienes que incorporen dichos productos y por los cuales se pagó este impuesto en su primera venta o importación, tendrán derecho a solicitar su devolución”.

Para ello, tendrán 120 días hábiles “siguientes a la fecha de vigencia de este artículo”.

Notorio es que entre los productos afectos a impuestos se mencione a Tetra, que es una marca y no un tipo de envase.

Vía Pulso.

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