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La paradoja de Michelle Bachelet: Valorada en el extranjero, desaprobada en su país

BBC Mundo destacó las reformas implementadas por la mandataria y explica a qué se debe la abismal diferencia entre cómo es percibida en el extranjero en comparación con cómo es valorada por los chilenos.

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13 Noviembre, 2017

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Según las últimas encuestas, Michelle Bachelet terminará su gobierno en marzo de 2018  con una aprobación de entre el 20 y el 25%, y con altas probabilidades que su coalisión pierda en los comicios para elegir a su sucesor.

En Chile la valoración de la mandataria ha caído en picada si se le compara con su primer periodo, cuando salió de La Moneda con un 80% de respaldo ciudadano.

Sin embargo, mientras en Chile su legado genera amplias divisiones, en el extranjero pareciera existir consenso: Su gobierno, dicen, cambió el país para siempre.

BBC Mundo destaca dichos cambios y explica por qué se da esta paradoja; la abismal diferencia en cómo perciben a la mandataria en el extranjero en comparación con cómo es valorada por los chilenos.

Prestigio Internacional

Según la revista Forbes, Michelle Bachelet es la mujer más poderosa en toda América Latina, anteriormente, se desempeñó como directora de ONU Mujeres; es una de las figuras influyentes de Unasur; integró la comisión para el mantenimiento de la paz en Haití; y participó en las conversaciones y acuerdos de paz en Colombia con las guerrillas.

Según la encuesta que hace Ipsos a casi 300 líderes de opinión de la región latinoamericana, Bachelet tiene una aprobación del 69%.

Es la tercera mandataria con más aceptación, después del argentino Mauricio Macri (69%) y el colombiano Juan Manuel Santos (78%), quien se enfrenta a un escenario parecido al de la mandataria con un 80% de rechazo en su propio país.

Expertos con los que habló BBC Mundo coinciden que el gobierno de Bachelet se ve desde el exterior como un audaz proyecto de largo plazo para modernizar un país rezagado en lo institucional.

Y eso, aseguran, pudo haber chocado con los valores de una parte de la clase dirigente que es profundamente conservadora.

Eso se suma a la desaceleración en el crecimiento económico, lo que según analistas internacionales es considerado por muchos chilenos como un sinónimo de bienestar individual, y algunos sienten que la mandataria sacrificó aspectos mundanos, como el consumo, para aprobar sus reformas.

Reformas estructurales

El gobierno de Michelle Bachelet se caracterizó por su profundo talante reformador enfocado en los derechos humanos y en disminuir la brecha social entre ricos y pobres.

Durante cuatro años la Nueva Mayoría contó con una mayoría en el Congreso, donde, entre otras cosas:

Se aprobó una ley para el acceso gratuito a colegios y universidades para el 60% de los estudiantes en el quitil más pobre de la población. Esto en un sistema educativo que estaba entre los más caros y excluyentes de la región.

Se promulgó una reforma tributaria que aumentó los impuestos a grandes compañías y eliminó un sistema que eximía a los empresarios de pagar impuestos por ingresos totales.

Se puso fin al sistema electoral binominal que favorecía a la segunda minoría y en la práctica barría con los partidos pequeños o independientes.

Se aprobó la unión civil entre homosexuales en un país donde ser gay fue ilegal hasta 1999.

Se legisló el derecho al aborto en tres casos especiales en una de las seis naciones del mundo donde dicha práctica era ilegal bajo cualquier circunstancia.

“Este fue el gobierno más importante que ha habido en Chile después de que se inaugura la democracia (en 1990)”, dijo a BBC Mundo Manuel Antonio Garretón, sociólogo, politólogo y ensayista, que estuvo vinculado a los gobiernos post-Pinochet de los años 90.

“Esto no significa que haya sido el mejor gobierno, o el que lo haya hecho más bien, pero significó un salto para una sociedad que no había dejado atrás la dictadura“, agregó el experto.

Sin embargo, hay expertos cuestionan la forma en que se implementaron las reformas lo que habría truncado el éxito de la mandataria.

“Bachelet prometió todas las reformas posibles, generó mucha expectativa, y no las rediseñó a medida que fueron generando escepticismo en la gente, sobre todo las clases medias, sino que insistió en ellas (…) Jugar a construir legado no existe en la sociedad del escepticismo; ni siquiera (Barack) Obama lo logró; la posmodernidad no lo permite; y por eso más que las reformas, más que la cristalización de un legado, probablemente lo que se recuerde de este gobierno sea la improvisación”, explicó al mismo medio Eugenio Guzmán, sociólogo y decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo.

Desaceleración, corrupción y mala comunicación

Una de las razones  por las que la derecha al mando de Sebastián Piñera se proyecta como favorita en los próximos comicios presidenciales se debe a que el crecimiento se desaceleró en los cuatro años de Bachelet un promedio de 2%.

“Acá hay una imagen de que Bachelet se concentró en las reformas a costa de la economía, la infraestructura, los servicios públicos y lo cotidiano”, explica Eugenio Tironi, ensayista y consultor político.

Si bien en Chile gran parte de la población atribuye a las reformas de la mandataria la caída de la economía, a nivel internacional asocian la desaceleración con la caída del precio del cobre, la principal fuente de ingresos del país, sumado a otros factores internacionales.

“En muchos lados (de Chile) aún existe la imagen de que Pinochet, más allá de los derechos, dejó bien la economía (…), pero es claro que esa imagen es equivocada porque (el crecimiento en Chile) es un proceso cíclico que depende del cobre y si algo ha impedido que se mantenga sin importar el precio del cobre son precisamente las políticas neoliberales, que afectaron la innovación”, dice el economista Ricardo Ffrench-Davis que presidió el Comité de las Naciones Unidas de Políticas para el Desarrollo y asesoró a varios gobiernos de los 90.

Otro de los aspectos que le jugó en contra a la popularidad de Bachelet en el ámbito local es la sensación de que la corrupción aumentó, porque se destaparon casos históricos de financiamiento político, malversación de fondos en la policía y el propio hijo de la mandataria estuvo vinculado a un escándalo de tráfico de influencias.

“Pero internacionalmente esto no es adjudicado directamente a Bachelet, sino a la élite política que gobernó el país en los últimos 30 años”, explica el internacionalista argentino Federico Merkel.

El profesor de la Universidad de San Andrés, en Buenos Aires, añade que en países donde problemas como la corrupción y la caída crecimiento son muchísimo más graves -Argentina, Brasil o México- lo que ocurre en Chile “sigue siendo visto como un caso exitoso del que Bachelet se ve como una representante”.

 

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