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El debate por los vaporizadores: ¿los cigarrillos electrónicos rehabilitan a fumadores o crean nuevos adictos?

cigarrillo

Académicos de Reino Unido y Estados Unidos se enfrentan en un tenso debate sobre si es mejor prohibir los cigarrillos electrónicos o regular el “mal menor”.

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18 Febrero, 2020

Desde finales de enero de este año, se volvió ilegal la venta de cigarrillos y líquidos electrónicos en San Francisco, Estados Unidos, lo que ha provocado el cierre de una importante cantidad de comercio local dedicado a la venta de estos productos. Incluso a las tiendas externas a esa ciudad se les ha prohibido vender en línea o despachar al interior de San Francisco, arriesgando acciones legales en caso de no cumplir la nueva normativa.

Si bien los vaporizadores se han prohibido, la venta de marihuana y tabaco continúa como de costumbre. A pesar de ser una de las metrópolis más progresistas en cuestiones de drogas y estilos de vida – la marihuana es legal para uso medicinal desde 1996 y recreativo desde 2016-, al parecer los cigarros electrónicos han cruzado una línea.

¿La razón? Existe gran preocupación por el vapeo o vaping (en inglés) en adolescentes. Un estudio publicado en el New England Journal of Medicine indicó que el 12% de los jóvenes de 16 y 17 años son adictos a la nicotina, uno de los componentes principales en los líquidos usados en los cigarrillos electrónicos.

“San Francisco nunca ha tenido miedo de liderar. Ese siempre será el caso cuando la salud de nuestros niños esté en juego”, sentenció el fiscal de la ciudad de San Francisco, Dennis Herrera, en una declaración después de que la prohibición fuera aprobada por la legislatura de la ciudad el pasado mes de junio. “Ahora, el vaping juvenil es una epidemia. Si el gobierno federal no va a actuar para proteger a nuestros niños, San Francisco lo hará”, continuó.

Cigarrillos electrónicos: ¿Rehabilitan fumadores o crean nuevos adictos?

La situación en Reino Unido es diametralmente opuesta. El sistema de salud en general apoya el vaping como una ayuda para dejar de fumar. Según un informe de agosto del 2015 del Instituto de Salud Pública de Inglaterra, esta práctica es 95% más segura que fumar cigarrillos corrientes.

Por un lado, en Estados Unidos se ha generado una guerra contra el vapeo por parte de activistas, políticos y científicos, que creen que las compañías tabacaleras está promoviendo los cigarrillos electrónicos como un medio para que las personas finalmente se vuelvan adictas a la nicotina, lo que eventualmente los podría llevar a consumir tabaco. Por el otro, los activistas contra el tabaco y los expertos de la salud en Reino Unido justifican el uso del vaping en ser una de las mejores esperanzas para evitar una muerte prematura.

La creciente popularidad del vapeo entre los jóvenes en EE.UU. se debe en gran parte a “Juul”, un pequeño dispositivo que parece una memoria USB creado por dos estudiantes de Diseño que idearon una alternativa electrónica al tabaco. Lanzaron “Juul” en 2015, y aunque en su momento fue líder en el mercado, desde 2019 ha generado bastante mala fama puesto que la empresa cuenta con más de una docena de demandas en distintas ciudades norteamericanas, porque que se les acusa de dirigir su publicidad a adolescentes al presentar modelos jóvenes y por contar con una variedad de sabores artificiales como mango o pepino fresco, lo que facilita su consumo en novatos.

En el Reino Unido, el Instituto de Salud Pública de Inglaterra lanzó a través de Youtube un vídeo que muestra a dos expertos de capa blanca demostrando cómo los cigarrillos electrónicos están libres de todo el desagradable y dañino alquitrán de un cigarrillo convencional.

Prohibir o escoger el “mal menor”

Académicos de ambos lados son acusados de escoger datos para satisfacer sus propios prejuicios. En EE.UU. el debate está dominado por aquellos que creen que la gente debería “decir no” a las drogas. En el Reino Unido, hay más apoyo a la idea del “mal menor”, en la que los adictos toman cantidades controladas de su droga, ya sea alcohol, heroína o, en este caso, nicotina, para mantenerse estables.

El apoyo del Instituto de Salud Pública a los cigarrillos electrónicos como herramienta para ayudar a las personas a dejar de fumar es compartido por otros importantes organismos de salud, como el Colegio Real de Médicos y el Centro de Investigación para el Cáncer en el Reino Unido. Señalan que el Reino Unido regula el fumar y el vaping mucho más rigurosamente que los Estados Unidos, pues tiene reglas sobre la edad, advertencias de salud y límites en el contenido de nicotina. El marketing para los jóvenes está prohibido: los cigarrillos electrónicos no pueden ser anunciados en la televisión. Además, hay menos nicotina en las cápsulas de Juul o en los cartuchos de cigarrillos electrónicos que se venden en el Reino Unido (20mg por ml regulados por una directiva de la Unión Europea), comparados con Estados Unidos (que contienen hasta 59mg por ml), donde no hay un término medio entre las ventas sin restricciones y una prohibición total.

Hay pruebas de que el consumo de tabaco está disminuyendo a medida que aumenta el uso del cigarrillo electrónico, tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos. La prohibición de fumar en lugares públicos, los paquetes de cigarrillos sin logo y con imágenes espantosas de tumores, y la eliminación de los cigarrillos de la vista en las tiendas han tenido un impacto.

Según sus defensores, la mejor evidencia de que el vaping ayuda a la gente a dejar de fumar proviene de un estudio que muestra que los cigarrillos electrónicos duplican la tasa de éxito para dejar de fumar en comparación con la goma de mascar u otras ayudas.

Peter Hayek de la Universidad Queen Mary de Londres junto a sus colegas llevaron a cabo la prueba entre más de 880 personas que acudieron en busca de ayuda para dejar de fumar. A la mitad se les dio una terapia de reemplazo de nicotina en la forma que quisieran, como parches o chicle. A la otra mitad se le dio un kit de cigarrillos electrónicos para empezar y se le animó a comprar el suyo propio cuando se agotara. Los resultados, publicados en el New England Journal of Medicine en enero de 2019, mostraron que, en un año, la tasa de abandono del hábito en el grupo de cigarrillos electrónicos era el doble que en el grupo de reemplazo de nicotina, 18% contra 9,9%.

Después de un año, la mayoría del grupo de cigarrillos electrónicos aún estaba libre de tabaco, mientras que pocos de los ex fumadores del otro grupo todavía mascaban chicle. Para algunos, esto significó que el estudio mostró lo adictivos que son los cigarrillos electrónicos.

La Organización Mundial de la Salud, por su parte, ha aconsejado a los países que controlen el vaping, advirtiendo sobre el impacto desconocido en la salud y afirmando que los cigarrillos electrónicos son peligrosos para los cerebros de los adolescentes, así como para el feto. Esto puede dejar al Reino Unido aislado, un bastión solitario donde el vaping (altamente regulado) se fomenta con la esperanza de reducir las tasas de tabaquismo. Muchos expertos en salud pública del Reino Unido creen que están siendo testigos de una tragedia innecesaria, y que no promover el método más prometedor para ayudar a las personas a dejar de fumar está poniendo en peligro la vida de millones de personas.

Para más información sobre este debate, visita el artículo original de The Guardian.

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