Un estatua de Stalin volvió al Metro de Moscú

Una nueva estatua del líder soviético fue instalada en una estación clave del metro. La figura genera admiración en algunos sectores y rechazo en otros, reabriendo un debate histórico en pleno auge del nacionalismo ruso.

Josef Stalin volvió al centro de Moscú. Su imagen, erguida y solemne, ahora recibe a los pasajeros en la estación Taganskaya del metro. La escultura lo muestra flanqueado por trabajadores y niños, una escena cargada de simbolismo.

Se trata de una réplica de una figura removida en 1966, durante la campaña de desestalinización. Hoy, vuelve a instalarse en un contexto político donde el Kremlin refuerza la narrativa de una Rusia fuerte y victoriosa.

Reacciones encontradas

La estatua generó opiniones divididas. Liliya A. Medvedeva, pensionista de 74 años, celebró la reinstalación: “Muy contenta de que nuestro líder haya sido restaurado”, dijo. Añadió: “Ganamos la guerra gracias a él (…) Sí, hubo muchos errores, pero todo el mundo comete errores.” Otros fueron más críticos. Vladimir, estudiante de historia, señaló: “Me resulta difícil expresar mi opinión”, aunque calificó a Stalin como un “tirano sanguinario”. Reconoció que “ningún otro monumento atraería tanta atención.”

Reivindicación oficial y memoria selectiva

Bajo el mandato de Stalin, millones murieron por purgas, hambrunas y deportaciones. Sin embargo, el gobierno ruso ha instalado más de 100 estatuas en su honor desde que Putin llegó al poder, según el historiador Ivan Zheyanov.

Putin ha oscilado entre la condena y la reivindicación. En 2017 dijo: “Este pasado aterrador no puede borrarse de la memoria nacional.” Pero también afirmó: “La excesiva demonización de Stalin ha sido una de las formas de atacar a la Unión Soviética y a Rusia.”

Una protesta silenciosa

Días después de la inauguración, activistas dejaron frente al monumento un cartel con citas críticas del propio Putin sobre el estalinismo. La policía retiró el cartel y detuvo a uno de los involucrados.

El debate sigue abierto

“El regreso de Stalin representa un peligro para la sociedad y el Estado,” advirtió el político opositor Lev Shlosberg. Para él, la glorificación del pasado puede justificar actos presentes.

La figura de Stalin, 72 años después de su muerte, continúa dividiendo a Rusia entre la memoria, el poder y el olvido.