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24 Abril

Efraín Ríos Montt, el sanguinario dictador de Guatemala que murió sin conocer la cárcel

Fue condenado a 80 años de cárcel por diversas violaciones a los derechos humanos, pero aún así logró salir impune.

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2 Abril, 2018

El ex dictador guatemalteco, Efraín Ríos Montt, uno de los militares con peor expediente de Latinoamérica, falleció de un paro cardíaco el pasado domingo a los 91 años sin haber puesto un sólo pie en un recinto penal, pese a haber dirigido los pasajes más sanguinarios y salvajes de la historia del país centroamericano. 

La cantidad de delitos de lesa humanidad que pesan sobre el ex uniformado es impresionante. Se considera que en la violenta guerra civil de Guatemala, ocurrida entre 1960 y 1996, los 17 meses en que estuvo Ríos Montt al mando fueron los más salvajes (de 1982 a 1983). 

En ese tiempo, según los informes de “Guatemala, nunca más” y “Guatemala, Memoria del Silencio”, se cometieron actos atroces y la mayor cantidad de asesinatos por parte del Ejército a la población civil desarmada. Se estima que fueron al menos 10 mil guatemaltecos, en su mayoría indígenas, los que fueron ejecutados de forma extrajudicial, y 100 mil los que pasaron a ser refugiados.

Así mismo, el Informe de Esclarecimiento Histórico de la ONU, según cifras que recoge El País, establece que fueron 448 las aldeas de origen autóctono eliminadas del mapa.

Uno de los episodios de violación a los derechos humanos más recordados fue cuando en vísperas de la primera visita a Guatemala del Papa Juan Pablo II, en 1996, el Gobierno de Ríos Montt mandó a fusilar a tres civiles y dos militares que fueron condenados en juicios llenos de irregularidades y por jueces “sin rostro”. Estas ejecuciones se sumaron a otras diez condenas de este tipo.

Efraín Ríos Montt basó su tiranía en las contradicciones. Se consideraba cristiano y su formación fue apoyada por una derecha religiosa. Sin embargo, desde que se hizo con el poder a través de un golpe de Estado en 1982, sus valores capotaron. Los mismos derechos que negó a las personas de las que abusó durante su dictadura fueron los que utilizó a su favor para quedar impune.

En 1999 fue demandado por la premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, por genocidio, desapariciones forzadas, torturas y terrorismo de Estado. Pero el militar logró zafar, gracias a la inmunidad que le daba ser diputado. Después de eso, en 2013 fue condenado a 80 años de prisión por cargos similares, pero nuevamente pudo salir ventajoso tras ser declarado “mentalmente incapaz”.

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