Liderado por el carismático Syd Barrett, el cuarteto entregó una de las piezas claves de los años sesenta, pero el propio Barrett terminaría por dinamitar su carrera con tantos excesos lisérgicos.
Lanzado en 1981, Bella Donna funcionó como una declaración de principios, además de contener varios clásicos que siguen resonando hasta hoy.
Tras una temporada en una idílica isla griega, Cohen definió su futuro y se radicó en Nueva York, donde grabó su alabado estreno discográfico que lo puso a la altura de los grandes cantautores de su tiempo.
Su líder, Jonathan Richman, pasaría a la historia como una suerte de antihéroe del rock y un visionario que influiría en el curso de la música popular.
Su experiencia al frente de Genesis fue clave para un estreno discográfico que, además, le permitió conjurar sus fantasmas personales y su reciente divorcio
Desde la primera sesión, el joven y talentoso músico descolocó a los ejecutivos de su sello al tocar todos los instrumentos y hacerse cargo de la producción: esta sería sólo una muestra de lo que vendría en el futuro
Aunque no entró en los rankings británicos, este disco dio las primeras señales de madurez en la carrera del pianista y cantante que comenzaría su reinado en la década siguiente.
El disco mostró a una banda que se había curtido a través de cientos de tocatas y que buscaba un sonido melódico que rompiera con la monotonía plástica del pop que se hacía en esa época.
La la historia de la banda es también la de Joe Strummer, el hijo de un diplomático que apostó por la revolución musical y que llevó a The Clash mucho más allá de las estrechas fronteras del punk
Su maternidad y su nueva independencia la inspiraron para componer “Diva”, su primer álbum solista que la acercó a ese sonido reflexivo y cercano al soul que se volvería su marca registrada
