Los jóvenes chinos que pagan para ir a una oficina y fingir que trabajan han transformado esta práctica en una alternativa frente a la falta de oportunidades laborales. En ciudades como Shenzhen, Shanghái, Nanjing, Wuhan, Chengdu o Kunming han surgido empresas que ofrecen un servicio inusual: escritorios, computadores, acceso a internet, salas de reuniones y salones de té para quienes necesitan mantener la rutina diaria de un empleo, aunque no exista contrato ni sueldo.
Algunos de estos lugares incluso incluyen almuerzo, refrigerios y bebidas en tarifas que oscilan entre los 30 y 50 yuanes diarios (unos US$4 a US$7). La tendencia se da en un contexto donde se espera que 12,22 millones de jóvenes se incorporen este año al mercado laboral, en medio de un desempleo juvenil que supera el 14%, según cifras oficiales.
Cómo funcionan estas oficinas
Para Shui Zhou, de 30 años, esta idea fue una salvación tras el fracaso de su negocio de comida. Desde abril paga por un puesto en la Pretend To Work Company, en la ciudad de Dongguan, a 114 km de Hong Kong.
“Me siento muy feliz. Es como si estuviéramos trabajando juntos como un grupo”, relató a la BBC.
Zhou comparte sus jornadas con otros cinco “compañeros”: cuando están ocupados, se concentran; en los ratos libres, conversan, bromean, juegan y, a menudo, cenan juntos después de la jornada.
No todos lo hacen por motivos sociales. Xiaowen Tang, de 23 años, alquiló una estación de trabajo durante un mes para cumplir con una norma de su universidad, que exige presentar un contrato o constancia de pasantía para recibir el diploma. En realidad, pasaba sus días escribiendo novelas en línea para ganar dinero. “Si vas a fingir, finge hasta el final”, dijo a la BBC.
Un refugio en tiempos de incertidumbre
Para los expertos, este fenómeno refleja tanto la magnitud del desempleo como la necesidad de los jóvenes de construir una rutina.
Biao Xiang, director del Instituto Max Planck de Antropología Social, explicó que “simular es un cascarón protector que los jóvenes se crean, estableciendo una cierta distancia con la sociedad y dándose un pequeño espacio” en un contexto de frustración e impotencia.
La iniciativa también busca dignificar la experiencia de quienes se sienten marginados por no tener trabajo. Para Feiyu (seudónimo), fundador de Pretend To Work, la idea no es engañar, sino ofrecer “la dignidad de no ser una persona inútil”.
Él mismo enfrentó el desempleo tras cerrar su negocio durante la pandemia. “Estaba muy deprimido y era un poco autodestructivo. Quería cambiar la situación, pero no podía hacer nada”, recordó.
¿Una solución real o solo un experimento?
Feiyu abrió su empresa en abril y en solo un mes todos los puestos estaban ocupados. Según sus cálculos, el 40% de sus clientes son recién graduados que necesitan demostrar que realizan pasantías; el resto son freelancers, muchos vinculados al comercio electrónico o la redacción en línea.
Aun así, reconoce que no sabe si a largo plazo será un negocio sostenible y lo define como “un experimento social” que solo cumplirá su promesa si ayuda a convertir estos espacios ficticios en un punto de partida hacia un empleo verdadero.
En el caso de Zhou, la experiencia ya le abrió nuevas puertas. Actualmente dedica la mayor parte de su tiempo en la oficina simulada a aprender herramientas de inteligencia artificial, convencido de que esas habilidades podrían acercarlo a un empleo estable.