Bombal III
Todo lo que nacía de ella era un bien articulado eco del lamento permanente que se proyectaba desde su existencia atormentada y excéntrica y de su mala, muy mala suerte en el amor. Un espacio de Bárbara Espejo.
Todo lo que nacía de ella era un bien articulado eco del lamento permanente que se proyectaba desde su existencia atormentada y excéntrica y de su mala, muy mala suerte en el amor. Un espacio de Bárbara Espejo.
Decía que escribía todos los días porque era lenta. Los que la leían le advertían que subestimaba los resultados. La princesa de las letras, le decían. Un espacio de Bárbara Espejo.
La fuente se extinguió a los 89 años, era 1859, sólo se habían publicado 5 tomos de su extenso Cosmos y quedaría así, inconcluso. Nadie se atrevió a terminarlo, ya nadie podría abarcar tanto, sólo él era capaz de atar tantos cabos sueltos en un nudo tan hermoso. El último científico universal, dijeron, el hombre que inventó la naturaleza, y ya nunca habría otro Alexander von Humboldt, que advirtió hasta el cansancio que estábamos equivocando el rumbo: dominar la naturaleza no hará progresar a la humanidad. Un espacio de Bárbara Espejo.
Defendía además que no existían razas inferiores y que todos los seres humanos provenían de la misma raíz. También en eso fue un adelantado. Como en las ideas revolucionarias e independentistas. Hoy se reconoce que Humboldt influyó en el relato nacionalista de las repúblicas nuevas y al describir esos países al resto del mundo, les dio identidad, noción de territorio e hizo visible su independencia para que fueran legitimadas. Un espacio de Bárbara Espejo.
Medioambientalista pionero, advirtió que la humanidad estaba afectando el clima de 3 maneras: la deforestación, la irrigación descontrolada y, como un hechicero que ha visto el futuro enfatizó: las grandes masas de vapor y gas de las industrias. Un espacio de Bárbara Espejo.
Subieron el Chimborazo, el volcán en Ecuador más alto en esa época y las observaciones que hizo Alexander von Humboldt en ese ascenso de la gradación de la temperatura y la estratificación de la vegetación en la ladera, sentaría las bases de la biología moderna. Un espacio de Bárbara Espejo.
En poco tiempo tuvo listo el plan de su expedición pero sabía que tenía que esperar. Una cosa llevó a la otra: tras la muerte de su madre se sintió libre de su compromiso de una carrera tradicional, renunció a su cargo en el departamento de Minería de Prusia, recibió su herencia y se vistió de aventurero. Un espacio de Bárbara Espejo.
El tiempo ha sido capaz de colorear esa especie de fantasma que fue el genio matemático de Ada Lovelace mientras estuvo viva e intentó concretar sus proyectos. Sacar sus iniciales del anonimato fue un primer acto de justicia un siglo después de su primera publicación profesional. Enaltecer su nombre y sus elucubraciones científicas que eran por entonces casi actos de magia ha sido el trabajo de quienes han logrado situarla como referente. Un espacio de Bárbara Espejo.
A pesar de la lucidez científica cultivada por su madre, su comportamiento libertario y promiscuo hacían recordar a su padre. De hecho, la hija de Lord Byron moriría, como él a los 36 años. Y ella, aunque desde que huyó con su madre cuando tenía un mes de vida nunca más lo vio, pidió que la sepultaran junto a ese poeta del que, al final, fue imposible renegar.
Tomó como referencia los números de Bernoulli para describir, por medio de un diagrama, las operaciones que la máquina de Babbage tendría que realizar para calcularlos, es decir, estaba desarrollando lo que es hoy un algoritmo y, aunque su diseño era específicamente para la máquina de Babbage. Nacía el primer lenguaje informático.