De Goethe a Charlotte
“Dado que no puedo decirle mi amor, tampoco puedo hablarle de mi alegría” le decía el poeta a Charlotte von Stein. Le habló durante 11 años de amor prohibido y apasadionado.
“Dado que no puedo decirle mi amor, tampoco puedo hablarle de mi alegría” le decía el poeta a Charlotte von Stein. Le habló durante 11 años de amor prohibido y apasadionado.
Scott Fitszgerald y Ernest Hemingway trabaron una gran amistad, pese a que sus visiones de la vida y cómo disfrutarla, eran prácticamente opuestas.
Franz Kafka se ofrece a ayudar en la búsqueda de la muñeca de una niña que conoció en una plaza de Berlín. Cómo sabía que la muñeca no aparecería, el autor, le escribió una carta a la pequeña de parte de la muñeca perdida.
El también periodista no creía en el amor, pero con Dorine, fue diferente. Cuando la volvió a ver, decidió no separarse de ella nunca más.
Sam Shepard muere producto de complicaciones de la esclerosis que padecía y su amiga Patti, publica su carta de despedida en el New Yorker cuatro días después de la muerte del estadounidense, titulada “My buddy”.
El 14 de julio de 1965, cuando han pasado casi un año sin verse, Julio Cortazar le escribe a Alejandra Pizarnik desde la capital francesa.
La mujer más deseada sufre terriblemente tratando de ganar sus rounds contra la depresión, la ansiedad, el alcohol y los tranquilizantes.
Oscar Wilde es encerrado en una celda por su conducta indecente, en una celda sin libros, ni papel, ni lápiz ni visitas por un joven amor.
“Desde niña, a los seis o siete años copiaba las letras del alfabeto temblando de miedo. Manchar el cuaderno con una gota del tintero encajado en el pupitre escolar era una deshonra. Las letras salían picudas y tembleques. Pero quien más me hacía temblar eras tú cuando aparecías a las ocho a darnos el beso de las buenas noches”, escribe las ganadora del Premio Cervantes 2013, Elena Poniatowska.
“Qué son las despedidas si no saludos disfrazados de tristeza? Lo mismo que el deseo y el placer de verte mientras te desnudas y te envuelves en la sábanas. Nunca has sido mía. Nunca pude poseerte y amarte” escribe el novelista estadounidense.