“Forjaste un lenguaje puro y tuyo, único en América y para lograrlo desafiaste la locura y el instinto. Pero mi sombra te hacía daño y te hería, te envenenaba a ti tan bueno y tan alto como eres. Porque los poetas como yo y tú no deberíamos ser hijos de nadie, padres de nadie…”, escribió antes de quitarse la vida él también.
“La vanidad separa a la gente. Todos se pelean por tener un sitio de honor. Se separa la familia, los amantes, los amigos. Todos se separan por querer tomar una estrella con la mano y se pierde lo mejor de la vida en este afán ¿Me quieres Chinito? ¿Dónde está tu pensamiento?”, le escribía la cantautora al antropólogo fundador de Los Jairas.
“He trabajado lavando vasos en la noche (…), he escrito poemas, he vuelto a viajar, me he enamorado, me he desenamorado (…) he vuelto a Cataluña donde he visto a viejitas que me recuerdan a mi abuela catalana…”, escribe el gran escritor chileno.
“Lo primero de todo es tener la máquina que más le guste a uno porque se trata de estar contento con el cuerpo, con lo que uno tiene en las manos, el instrumento es clave para el que hace un oficio. Que sea el mínimo indispensable y nada más”, escribe el fotógrafo chileno que trabajó para la agencia Magnum y que era nombrado como “el ojo de Dios”.
“Ni las monjas, ni El Mercurio, ni toda la ridícula aristocracia chilena Vicente… tal vez estoy viva y todas las puertas del mundo está abiertas”, escribe Teresa antes de que el poeta fundador del creacionismo la rescatara.
“Si realmente he logrado sacudir el adormecimiento de siesta española que nos caracteriza (…) hicimos renacer a la juventud”, escribe en una carta a los estudiantes que lo apoyan.
El acérrimo enemigo del matrimonio llegó a lamentar no poder hacerla a ella su esposa.
“Mi querida, tus cartas son difíciles de responder”, comenzó respondiendo la autora de “Bajo la red” y de a poco se envió entrampada en las redes de la novelista feminista Brigid Brophy.
La escritora inglesa se sentía profundamente enamorada y le escribe cartas que su destinatario que no contesta o que nunca le enviará.
“Si voy al piano y canto algo tengo que interrumpirme enseguida, mis sentimientos son demasiado fuertes (…) eternamente tu Mozart”, le escribe e una de sus cartas.
