Estudio científico confirma que reducir consumo de comida alargaría y mejoraría la calidad de vida

Un grupo de científicos confirmó que consumir al menos un 30% menos de calorías alargaría la vida y mejoraría la calidad de envejecimiento.

El jueves 27 de febrero, un grupo de científicos publicó en Cell un estudio que confirmó que comer poco puede alargar la vida y a la vez, aminorar el riesgo de sufrir enfermedades asociadas al envejecimiento, tales como el cáncer, el alzheimer o la diabetes. El secreto estaría en comer 30% de las calorías diarias normalmente ingeridas, lo que sumarían alrededor de 9 años para la persona que lo realice.

El objetivo del estudio es aclarar qué le sucede a un cuerpo cuando se somete a tal restricción calórica. Sus resultados develaron qué genes y moléculas son culpables del envejecimiento, lo que a posteriori, serviría para determinar posibles medicamentos que ayudarían a ralentizar la vejez.

Juan Carlos Izpisúa, farmacólogo, biólogo e investigador español y parte de quienes elaboraron la investigación en el Instituto Salk de Estudios Biológicos, comentó:

“Este estudio muestra que el envejecimiento es un proceso reversible. Hemos mostrado que determinados cambios metabólicos que llevan a una aceleración del envejecimiento se pueden reprogramar de una manera relativamente sencilla, reduciendo nuestra ingesta calórica, con la finalidad no ya de extender nuestras vidas, sino, mucho más importante, de que nuestra vejez sea más saludable”.

El estudio en ratas que demostró cómo mejorar el envejecimiento

El trabajo analizó el material genético célula a célula de un grupo de ratas adultas que iban desde los 18 a los 27 meses de edad (equivalentes a humanos entre los 50 y 70 años), examinando unas 200 mil células de nueve órganos y tejidos diferentes de una muestra de roedores que se dividieron en dos grupo: los que comían lo que querían y los que se restringieron con un 30% de calorías totales.

Las conclusiones del estudio mostraron los cambios que suceden con la edad y la dieta, dentro de cada célula como en la comunicación entre ellas. Los genes y procesos moleculares más afectados con la edad tienen que ver con el sistema inmune – que se descontrola en las ratas que comen lo que quieren-, la inflamación y el metabolismo.

De esta manera, la cantidad de células inmunes en casi todos los tejidos de ratones con dieta normal aumentó con la edad. Esto no ocurrió en las ratas con calorías reducidas, que mostraron niveles comparables a los de ratas de cinco meses. Los roedores a los que se les restringió en un 30% su ingesta calórica no mostraron ni la mitad de los marcadores de envejecimiento que se identificaron en las ratas con una dieta normal.

“La inflamación es un mecanismo esencial de defensa inmunológica que se ha desarrollado durante la evolución para aumentar la supervivencia de las especies”, explicó Concepción Rodríguez, también investigadora del Salk y coautora del estudio. “El problema es que durante el envejecimiento hay una desregulación muy pronunciada del sistema inmune que da lugar a un estado de inflamación sistémica crónica y a la aparición de enfermedades asociadas a la edad, como por ejemplo el alzhéimer. La posibilidad de reprogramar ese estado inflamatorio aberrante mediante la restricción calórica sin duda nos proporciona una nueva herramienta para el posible tratamiento de enfermedades asociadas al envejecimiento”, resaltó la investigadora.

¿Qué sucede en humanos?

Las evidencias de que la restricción calórica alarga la vida humana son más limitadas, puesto que significa una inversión mayor de logística, dinero y años en su seguimiento. Sin embargo, hay pruebas claras de que “comer menos mejora la salud”, lo que ha incentivado estudios para atacar el envejecimiento con moléculas como la metformina, medicamento aprobado para tratar la diabetes.

“Es un estudio técnicamente impresionante y aporta información valiosísima. Un hallazgo interesante es que las células de la grasa y de la aorta son las que más cambian con el envejecimiento y se recuperan con la restricción calórica, lo que confirma la importancia que tienen estos tejidos en el envejecimiento, por encima del cerebro o la médula ósea”, explicó Pablo Fernández-Marcos, experto en enfermedades metabólicas asociadas al envejecimiento en el centro IMDEA-Food de Madrid. “Se ven beneficios más claros de la restricción en machos que en hembras, lo que apoya algunos indicios anteriores. Hay pocos estudios comparando los dos sexos, y esto es un problema serio que se está intentando reducir comparando ambos sexos, como han hecho aquí”, agregó.

Se siguen acumulando estudios al respecto y cada vez son más científicos quienes admiten practicar algún tipo de restricción calórica o ayunos intermitentes. Izpisúa no es la excepción: “Intento todos los días comer un poco menos”, admitió.